Hoy hablamos con Alelí Mirelman, con motivo del proyecto que presenta en El Mirador de Palma. Buenos días Alelí, ¿Cuantos años llevas ya en las artes visuales?
Yo empecé muy jovencita, prematura diría yo, pero tuve la buena o mala suerte, que acabé la carrera de BBAA en 2009 en plena crisis, por lo que empecé a trompicones, como se ha podido y en el contexto que se ha podido, dadas las circunstancias económicas que había, ya que se hacían muchas cosas pero justo se cerraban programaciones o estaba disminuyendo los presupuestos , estaba todo en decadencia, así que tuve que ir buscando cómo realizarme profesionalmente y como aportar lo que yo quería en la cultura en los resquicios y huequitos que se daban, proyectos de guerrilla, proyectos más independientes. Cosas que no eran tan de establishment
¿Dónde estudiaste la carrera?
En Barcelona 4 años y el último año en Boston con una beca de intercambio. Cuando acabé vine aquí a Mallorca, y no conocía el contexto cultural. En paralelo estaba haciendo un máster en Análisis y Gestión de Arte Contemporáneo, on line. Y empecé a hacer cositas en esa dirección.
¿Cómo te orientaste hacia BBAA?
Bueno, no sé si me orienté o creo que fue por inercia. Se dice que la gente que estudia BBAA es porque han convencido a sus padres de que sólo sabían hacer eso, no saben decirle otra cosa. Creo que no es una orientación como se puede decir de economía, por ejemplo, es algo que te sale de dentro y consigues convencerte de que es lo que quieres hacer.
Siempre me ha gustado lo plástico y sensorial, lo que pasa es que cuando yo iba haciendo primer y segundo curso, sabía que no quería ser artista, pero me encanta todo el ambiente, el conocimiento, los artistas, los comisarios, los museos, pero no me quería dedicar a producir objetos , para lo cual fue muy interesante ir a Barcelona, casualidades de la vida, porque yo me crie en Madrid, vine muy pequeñita, nací en Argentina, pero tenía muy claro que no quería hacer la carrera en Madrid, no sé por qué, certezas que puedes tener a los 17 años, creo que me parecía una cosa muy clásica, así que decidí irme a Barcelona, con una beca de movilidad. En Barcelona tuve la suerte de que el estudio de la carrera es más conceptual y me abrieron mucho la mente en arte contemporáneo y reflexión y todo el trasfondo filosófico del arte. Cuando acabé la carrerea me dije que tenía que seguir por ahí e hice el máster que pensaba me hacía falta para entender más, porque la verdad, en la carrera el arte contemporáneo casi no lo toca, tiene que ir tú mismo remando con ese tema.
Acabas la carrera, acabas el máster y ¿Cuáles son tus primeras iniciativas?
No fue tan racional. Estaba acabando el máster y lo primero que hice fue con Ana Cabello y montamos un espacio de creatividad dentro de la galería, la ArtNu de Inca, donde montamos unas jornadas, con una exposición, con un taller, unas charlas y esa es mi idea, dinamitar el espacio de una exposición convencional, darle un sentido más vital, más vivo, que no sólo sean objetos, que la puedas vivir. A partir de ahí fui haciendo cositas de participaciones, colaboraciones en proyectos culturales, para aprender sobre todo y por casualidad conocí a gente de la asociación de artistas, entre ellos a Carles Gispert, que me propuso abrir esta nueva vía, esta rama dentro de la asociación, que llamamos Aatomic lab, que era un espacio más de formación y de entender el arte como una herramienta, no como un fin, cosa que encajó perfectamente en lo que yo estaba buscando. Hemos hecho muchísimas cosas con Aatomic Lab
Empezamos con una formación intensiva para artistas el primer año, aplicado al día a día. Por ejemplo, hicimos un taller en la calle Brossa, de intervención en espacio público y dimos la oportunidad a los comerciantes que financiaran el taller y darles un beneficio que estaban necesitando, que era cambiar las rutas habituales de la gente, que, normalmente son por la calle San Nicolás; el arte era una manera de cambiar ese hábito con una sorpresa, algo lúdico.
Y ¿En qué consistió la intervención?
Claro, nunca se sabe que va a pasar y como trabajamos de forma colectiva, también eso es un desafío. Lo que hacemos es generar un contexto y juntar a artistas para hacer un proyecto. Entonces en una cuenta atrás de dos días hay que ponerse de acuerdo, lo cual es difícil. El proyecto se llamaba ‘fashion victims’, que también era una contradicción porque el proyecto lo pagaban los comerciantes. Hicimos unas siluetas como de muertos en la calle con cintas de colores y lo que me sorprendió es que la gente participó mucho, se tiraban en el suelo a hacerse fotos y jugó un montón con la pieza, funcionó muy bien como proyecto interactivo y si que se notó mucho que la gente cambió su rutina ese día.
Hicimos también talleres de materiales blandos, esculturas con materiales blandos, talleres de cultura digital libre, es decir cosas que no son las habituales de cerámica, pintura o paisaje, cosas que están en la cultura contemporánea pero que a lo mejor, en Mallorca todavía no había formaciones de este tipo, y luego se ha ido abriendo, porque la idea es descentralizar, que no todo esté y pase en Palma ni en los centros , fuimos a pueblos, a barrios para hacer proyectos con la gente y viendo que necesidades tenían y como a través del el arte podía ser una herramienta.
Como estaba vinculado con la asociación, había trabajos que eran más de Aatomic, formativos y trabajos más de la asociación, utilizando el arte como una herramienta de denuncia o reivindicación.
Montamos el proyecto de Frau Jove, que era para recuperar el certamen que habían eliminado, el ArtJove. Fue todo una estrategia artística, en el sentido de que nos basamos en referencias de otros artistas, como por ejemplo, los Yesmen, que utilizaban las mentiras para generar reflexión e hicimos una convocatoria para visualizar la no convocatoria que se estaba haciendo. En principio iba a ser solo la convocatoria, pero la inercia nos fue llevando a realizarla y a sumarse un montón de colaboraciones y se fue haciendo un proyecto muy grande que duró dos años, que fuimos fuera a presentarlo, a Madrid, a Londres, incluso se acabó recuperando el certamen y la institución que lo había eliminado pagaba la producción a los artistas a los que nosotros habíamos dado el premio. Fue un proyecto que salió muy redondo a nivel de reivindicación y de obtener resultados.
Creo que el arte es una manera de decir las cosas de otra manera y de comunicar de una manera más potente, en un momento en el que estamos bombardeados de información, necesitamos una información más reflexiva, una información más rica en contenidos, como puede ser con el arte que da lugar a pensar y a repensar las cosas, no como en internet, donde todo es muy rápido y muy seco y muy direccional. En cambio el arte te abre estas preguntas. Hay una frase muy bonita que dice, que el arte te hace las preguntas de una manera que mantiene la llama de la pregunta, da respuestas, pero permite más respuestas, y yo creo que la realidad es así, tiene muchas versiones, muchas circunstancias y muchas perspectivas. Esa es la riqueza que aporta el arte y que intento promover.
Después estuve colaborando con el Casal Solleric, estuve haciendo las prácticas universitarias ahí, que fue muy nutritivo, aprendí muchísimo. Luego con Es Baluard, en programación y en las actividades de las proyecciones y de las conferencias. Siempre me ha gustado mucho estar en ese contexto cultural que no es tanto producir contenidos sino generar contextos, los llamados mediadores o productores culturales
¿Eso es un trabajo de curador, de comisario?
Es que yo creo que la palabra comisario ha quedado obsoleta, igual que el artista ya tiene que hacerse un montón de cosas que antes no hacía, tiene que hacerse su dossier y promocionarse, el comisario también no solamente tiene que hacer un texto y quedarse en un estatus superior , es lo que yo creo. A mí me gusta más el trabajo de mediación, que es lo que haría un gestor cultural, que lo que hace es de promotor que ayuda para que se genere ese contexto, entonces no sólo es buscar un artista sino pensar una propuesta, como la que ahora contaré de El Mirador, que llamo exposición expandida, porque no es solo una exposición, sino todo un acontecimiento, que tiene formación, acciones en directo, que luego va a viajar y va a amoldarse a otros sitios. Sobre todo lo que busco es recabar la experiencia, que la gente se lleve una experiencia, que creo que las estamos perdiendo, una experiencia que te enriquezca y bueno, si se sale con una sonrisa o con la boca abierta con eso ya me doy por satisfecha. El papel de comisario tampoco sé realmente lo que es, porque tampoco lo he vivido como antes lo vivían los comisarios, pero siempre me ha parecido que tiene un aura, así como la tienen los artistas, que no creo que la tengan ni los unos ni los otros. Hay que colaborar y ayudarnos, igual a un artista le cuesta más focalizar en algunas cosas y un comisario o un gestor puede ayudar, orientar, acompañar al artista.
¿El Aatomic Lab continúa funcionando?
Sí, continúa funcionando, yo ahora estoy un poco retirándome de Aatomic Lab y de la Asociación de Artistas por motivos personales y poder hacer otras cosas, son proyectos muy bonitos, pero no económicamente, aunque si cobrábamos algo, pero poquito. Bueno, ya he hecho esta fase, ahora quiero hacer cosas diferentes. Continúan Carlos Gispert , Paco Espinosa y Marina Crespí, y yo sigo vinculada con ellos y en un momento dado puedo colaborar en alguna cosa puntual. Por ejemplo desde finales de Julio estamos con un proyecto en Santa Eugenia, también es que he tenido un segundo hijo. Ahora me apetece hacer proyectos más personales y no tan en colectivos.
Ahora estás en un proyecto que son dos o ¿Están conectados?
El proyecto se llama ‘Límits de cristall’, y es una exposición expandida que se muestra en El Mirador de Lluís Fuster y ya sólo el contexto me parece muy interesante, sólo se puede ver desde la calle y las 24h. y porque son unos cristales con un límite, que me viene muy bien por el tema que quiero tratar que son los límites, límites que están ahí pero que no se ven.
En referencia a la discriminación o a la diferencia, a nivel de raza, de estatus o económica. Creo que tenemos que evolucionar hacia la igualdad y propongo a los artistas trabajar el tema de los límites con estas ventanas del mirador que da mucho juego. Estará durante todo el mes de noviembre y el día de la inauguración habrá una actuación performática, un ritual de apertura con un poco de música, con una sesión de hipnosis que forma parte de una pieza de Laura Marte, ‘Salir del patriarcado es fácil’, y con un poco de humor atacamos el tema. Además de la sesión inaugural, habrá una formación que acompaña a la exposición, que es sobre arte contemporáneo y perspectiva de género, y como pienso que los temas de género han sido trabajados desde la historia con referentes muy clásicos, como puede ser Frida Kahlo, Louise Bourgeois, nombres muy tótem, y yo quería rescatar otros nombres, referentes más contemporáneos, para poder ver nuevas piezas, lo que se está haciendo ahora.
Me parecía muy necesaria esta formación que acompañe a la exposición por eso y la realizaremos en el Casal Solleric el día 24 de noviembre, abierto al público y gratuito pero con plazas limitadas, así que hay que inscribirse. Antes, el día 23 lo haremos con el SAC (Servei d’Activitats Culturals) y la Oficina de Cooperación de la UIB, sólo para público universitario. El taller, para romper un poco con la idea de clase magistral, va a consistir no sólo en la charla sino también la parte de la experiencia, también acción, idea que rescato de AAtomic, vivenciar los conocimientos, en base a lo que se va explicando de los artistas y del discurso y reflexiones filosóficas de los artistas, los participantes van a realizar una obra colectiva que va a ayudar a entender los conceptos y a interiorizarlos y entrar en ese juego.
Tengo en perspectiva que se replique también en Eivissa y Menorca con la ayuda de Illenc y participando IBDona
Este es el último proyecto que estás desarrollando. ¿Qué perspectivas ves tú en Baleares en el sector? ¿Crees que ha habido transformación, avances?
Creo que hemos vivido un momento de crisis, en el sentido de cambio de estructura. En los años 90 lo que se montó aquí en Mallorca tenía un sistema más clásico y comercial, en el sentido de que funcionaban bien las galerías, el artista y el marchante pero a partir de la crisis del 2009 todo se ha tenido que repensar, afinar los contenidos y creo que ahora va hacia estos proyectos independientes que conecten con la gente. Ha habido como un lapsus, una distancia muy grande entre institución o contenido expositivo y público, las salas están vacías porque no conectan con las necesidades de la gente y entre que el arte tampoco mueve masas, es un dinero mal invertido y es una pena que no revierta en la sociedad. Están surgiendo proyectos más transversales, que juntan diferentes disciplinas, estoy viendo que desde la arquitectura se están trabajando temas que son más de arte contemporáneo, desde la poesía, proyectos de diferentes disciplinas que ahora se está cruzando por necesidad, económica y vital y en lugares no convencionales con fines no convencionales. Creo que debe de haber un cambio y sobre todo yo lo siento así, el arte tiene que tener un fin más social, como por ejemplo AI Wei Wei, que está haciendo un “docu” sobre el tema de los refugiados. Claro que hay que aportar algo a este mundo que sea de utilidad, no solo la belleza, pero para aportar el arte tiene que ir hacia un fin más social.
Sabes que nosotros somos un medio digital de comunicación y por lo tanto ¿Cómo ves el papel que podemos jugar en todos estos proyectos?
Yo creo que ahora todo es digital y es el canal, pero hay tanto, que la materia o el papel, o lo sensitivo va a coger fuerza, lo digital será para comunicar, como el teléfono o el correo, como fuente de información, como una biblioteca en casa, pero creo que va a volver la materia. Hay que tamizar la información, valorarla y procesarla porque hay demasiada y no siempre interesa, y no encuentras un canal que te interés, el porcentaje de lo que tiene interés es muy bajo.
Muchas gracias Alelí y suerte con el proyecto