“No hay duda, en fin, de que nuestras existencias están fuertemente condicionadas por los dispositivos de vigilancia, que ya son ubicuos y masivos. Somos vigilantes y vigilados.” (Ramírez 2009)
De manera lúdico-nadaista recupero la estética skater punk de los años 80´s en una pieza gráfica que dibuja la hermenéutica del propio nombre del cubículo: El Mirador.
Recinto urbano público y privado, que, en un juego de espejos al mejor estilo Borges, se convierte en bucle de significados entre al que miran y el mirón. La panóptica del control sugerida por Deleuze queda pues servida en este guiño irónico a El Mirador como dispositivo de vigilancia. Todo esto con el objetivo gran-angular de observar preguntas sobre la privacidad, el control, los medios de comunicación y la censura/mordaza en la arquitectura contemporánea del miedo, así como el papel del arte para operar nuevas resistencias.